Claude Debussy (1862-1918) es considerado no sólo el compositor francés más grande que existió, sino también el revolucionario que con el “Preludio a la siesta de un fauno”, de 1884, inició el curso de la música del siglo XX.
Su música, y especialmente la que escribió para el piano, resulta única. Debussy compuso abundante música para piano, siendo siempre tan original como su propio modo de tocar el instrumento. Su método entero tendía a liberar el piano de su sonido de percusión. Eso implicaba un enfoque derivado de Chopin más que de Beethoven. Debussy insistió en que el piano debía sonar como si fuera un “instrumento sin macillos”. Los dedos debían penetrar en las notas. Era necesario obtener efectos mediante el empleo del pedal; Debussy lo llamaba un “pedal que respiraba”.
Los pianistas de su tiempo tuvieron que lidiar con un nuevo tipo de digitación, nuevos intervalos, sonoridades diferentes y el uso revolucionario del pedal. Ahora las tonalidades y los acordes flotaban en el aire, las melodías irrumpían a través de bloques de armonías suspendidas.
Las obras de piano de Debussy son “impresiones”, tanto como las telas de los pintores impresionistas. No presentan “desarrollos”. En cambio estas piezas abordaban una sola idea, la formulaban y se interrumpían. Desde el punto de vista de la armonía, la música no se atenía a norma alguna. El oído exquisito de Debussy era la única regla, y se trataba de un oído infalible. No se abandonaba la tonalidad, pero rozaba la disolución. Los acordes no siempre se resolvían. A menudo eran un fin en sí mismos.
Claude Debussy comenzó su suite de tres movimientos para piano Pour le piano, L. 95, alrededor de 1896 y terminó en 1903. Hubo una gran evolución en el estilo del compositor durante estos años, y sus canciones y escritura orquestal se habían vuelto completamente únicos.
La suite tiene tres movimientos: Prelude, Sarabande y Toccata.
Su primer movimiento, Prélude, utiliza la escala de tonos enteros y se cierra con una cadencia de arpa que es sin lugar a dudas Debussyiana. Hay una amplia paleta de colores, con amplios contrastes en el registro y amplitud de los acordes. Los diferentes colores y el tono general de este preludio sugieren escritura orquestal. En general, el efecto es a la vez familiar y exótico, con tonos de música casi antigua (como Rameau 's) y gamelán javanés. Chopin viene a la mente también.
Claude Debussy - Pour le piano L.95 - Prelude.